lunes, septiembre 29, 2008

Apuntes de Luciana


Segundo relato que dejamos en el Cuaderno Viajero, que volvió a llegarnos inesperadamente. Tanto así que, ante la falta de tiempo, le pedí a Luciana que me ayudara a escribirlo. Así que Ella me dictó y me sentí feliz por construirlo juntos. A Romina, la hermana mayor, le gustó la idea pero le pareció muy complejo el texto. Me dijo: ya hiciste
lo que quisiste la primera vez y ahora hasle algo bonito, como los demás que diga qué le gusta, qué hace y eso. Además hay muchas faltas ortográficas que no se entiende y aysh ya ni lo quiero leer. Mi mamá dijo: ya, así está bien, que sea como sea. Esta vez no pongo una frase arriba porque todas las encontrarán a continuación.
___________________________________________________

Hola chicos, otra vez. Hemos decidido (por la flojera crónica que padece estos días el “escribidor” de la casa de la familia Díaz) que les vamos a dejar aquí una narración libre hecha por Luciana, una mañana de domingo antes de partir al almuerzo en casa de su primo Oscar Eduardo. Mientras ella hablaba mirando el techo, yo tecleaba furibundo para no perder ni un detalle, ni una idea, ni un solo pedazo de sus palabras.

Hola amiguitos, yo soy Luciana. Todas las noches mi hermano me cuenta cuentos. ¡Todas las noches! Pero algunas veces llega tarde y también… este… tengo una muñeca que tiene un vestido nuevo, y también tengo una foto en el techo de mi cama.


Tengo una escalera para subir a mi camarote.
Tengo un libro nuevo.
Tengo un celular sin pilas pero todavía lo estoy usando.
Tengo una computadora amarilla pero no es de verdad.
Tengo una lámpara para prender bajito en la noche y así duermo: le digo La Lámpara de Aladino.
Yo tengo una tinita donde juego con mis juguetes cuando me baño.
Cuando era yo chiquita a mi me bautizaron y tengo una frazada nueva.


Tengo dos hermanos. Uno se llama Reiner y (la) otra se llama Romina. Mi papá tiene un carro blanco. Cuando no está papá manejando, yo, sin que funcione el carro, yo manejo. Ahorita tengo calor este domingo. Estoy saltando en la cama de mi hermana. Tengo un Barney que ya no dice nada, sólo se prende la luz.
Mi mama ha ido al mercado, este domingo, y se ha demorado mucho.
Estoy muy feliz de estar en el salón Travesuras.
(Tengo) un cuento (que) tiene muchas princesas, también tengo cuentos de Blancanieeeves y de Cenicienta y de la Bella Durmiente y de Ariel y también tengo Bella y Jazmín y también tengo un cuento musical.


En mi colegio hay crayolas, libros de inglés. Lo que más me gusta son los juegos (de mi colegio a los) que nunca hemos ido pero los más grandes sí han ido. Algunas veces lo han usado pero ahora ya nadie va porque como están arreglando esos juegos, como el puentecito de los juegos está roto ¿no? que arreglen los juegos.
Tengo charol, zapatos de charol. Mi hermana tiene un celular rosado. Mi color favorito es el rosado.
A veces yo me despierto tarde y a veces también me despierto temprano pero mis dos hermanitos a veces se levantan solos o mi mamá les despierta o yo o mi papá. A veces mi mamá se queda dormida y tengo un tío pero se ha ido de viaje a Talara. A veces yo me despierto sola y llamo a mi mamá.


El día viernes fui (a Surco) donde tía Edith por su cumpleaños. Y también en Surco fuimos con Edicarmen (prima) y tío Hugo y Reiner y yo a comprar pollo y papita. Primero nos encontramos, después jugamos con Edicarmen. Entonces yo le vi con la plastilina, jugamos y después habló. Yo lo rompí (la plastilina) y yo podía sola.

Me voy a la casa de Oscar Eduardo. La casa de mi amiga (prima) Daniela Chang está un poco lejos. Yo, en el carro, me duermo y algunas veces no me duermo.


Chau, amiguitos. Qué estén bien.

lunes, septiembre 22, 2008

Niños Notables: Cuaderno Viajero

“...este es Perú, este es Chile y esta es la avenida Brasil”
(Luciana, 4 marzos y fracción, enseñándome Geografía Urbana de América del Sur)
[Niños Notables -NN- es una nueva sección del bloJ en la que buscamos retratar el comportamiento de los niños que pasan, cual huracán, alrededor de Lu]


Si de sociología hablamos, que no se mucho, que no se mucho de nada, tranquilamente podría venir un profesional de tal ciencia social y pedirme el cuaderno viajero de la sección Travesuras para hacer un estudio que sería muy revelador, o muy redundante, de la realidad educacional en el Perú (y de otras cosas también).

Es que el cuaderno viajero ha vuelto a nuestras manos luego de dar la vuelta entera por las casas de los niños del salón que, como son quince, fue rápido. Tenemos que escribir alguna otra historia, como ya saben, pero eso es lo de menos. He revisado los testimonios dejados por cada apoderado de los niños bajo el nombre de ellos, he soltado muchas risas por las cosas que cuentan y he fruncido el ceño de preocupación por el maltrato del idioma que algunos padres hacen, repito, bajo el nombre de sus hijos, que representa casi-casi una inocente canallada. Esta vez, compartiré algunos pasajes que me llamaron la atención y me llevaron a la reflexión. En la próxima entrega tendrán nuestro nuevo relato, el segundo en este 2008.


Cielo Yadhira (cuya hermana, Elizabeth, es un impecable cielo).- Les cuento que mi familia y yo somos muy devotos de la Virgencita del Carmen. Nuestro primer recorrido va a ser a su Santísimo Altar aquí unas fotos con mis papis (foto), ellas son mi protección, mi respaldo, mis amores a quienes adoro con todo mi ser, LOS ADORO papitos :D
Que mas me gusta hacer? Me encanta bailar, cantar, tengo un DVD de Rebelde, me gusta mucho bailar con ellos.
(sic)


Rodrigo (el “Max Steel” de la sección Travesuras).- Desde muy pequeño me ha gustado mucho el hip hop, tengo mucho ritmo, a mi mami le gustaba mucho verme bailando en mi corralito.
Mi programa favorito es Power Rangers Sobrecarga, lo veo siempre con mi hermano Aarón. Me divierten además las pelas de super héroes, por ejemplo; Ghost Rider y Transformers las he visto más de 50 veces cada una.
(sic)

Julio Daniel (el araña hombre del salón).- Les cuento, como ustedes ven me encanta ir a los cumpleaños y que me pinten la cara como el hombre araña… que gracioso me meo ja, ja… (sic)

Bryan Jesus Ibarra Dominguez (el incorregible).- Amiguitos les cuento que estoy muy feliz de pertenecer al Nido Jesus de Praga y estar en el salon Travesura con la mis Juanita y Ortencia que nos tienen tanta pasiencia todo los días nos enseña a pintar, dibujar, cantar y buenos modales y les cuento que soy un niño muy fugueton y un poco timido en el aula mi color favorito es el azul y la comida que mas me gusta es la papitas fritas con hodot y me encanta jugar con mis papis y me justa ir al parque a jugar fulbol. Bueno amiguito esta es mi pequeña historia… espero que les guste… chau… (sic)

Joseph (el mecenas de la vernacular música peruana).- Mis queridos compañeros la felicidad me embarga por poder compartir una breve reseña de mi currículo vitae (jajajajaja) y de mis hobbyes mas relevantes.
Me encanta escuchar música variada pero la que mas prefiero es la música folclórica especialmente de: ADAMARY (foto)… RAUL G. ZARATE (foto)… PURO PERU (foto)
Mis películas favoritas son variadas: RATATOUILLE (foto)… ALVIN (foto)… KUNG FU PANDA(foto)… WALL E (foto).
(sic)

Romina (la historia más triste del cuaderno).- Mi nombre es Romina Tabata y la historia que les voy a contar es de Dix mi perrita a ella me la regalaron el 22 de marzo el dia de mi cumpleaño y fue el ragalo más emocionante que tuve desde ese dia ella fue mi mejor juguete y mi mejor compañia mi mama siempre la sacaba en las mañanas y en las noches a orinar y casi siempre yo le acompañaba hasta que un dia Dixi al salir con mi mama al parque de magdalena como a Dixi le gustaba corretiar demasiado ya que es perra de campo se fue lejos y mi mama no lo pudo encontrar ese dia fue terrible para todos por que lloramos y hasta el dia de hoy la extrañamos. (sic)

Juan Carlos (el faltoso).- Tambien me gusta mucho jugar con la perrita de mi bisabuelita que se llama “Pelusa”. (sic) (Oraciones así son comúnmente usadas en los cursos de Lengua de colegios y universidades).

Luis Guillermo (el Mitch Bucannon de Travesuras).- Estubimos en la playa jugábamos con la arena hasta que mi tia debora nos cargo en su espalda y nos metio al mar mi hermano se asusto y abrio la boca se paso un poco de agua salada. Yo no me asuste me coji bien fuerte de mi tia. (sic)

Antonella Rachel Ruiz Mendoza (la niña Hello Kitty).- Me gusta también bailar y hacerme las uñas voy junto con mi mama. También me gusta jugar con la Barbie, y juego con mi amiguita Emma en la movilidad. (sic)

Fiama (la Fuerza Fénix de Travesuras).- Ah! Me olvidaba… a mis compañeritos por favor cuiden este cuaderno viajero porque es el único recuerdo para la Miss Juanita. Gracias !! (sic)

No quiero rajar de estos padres, como dice mi amigo Johan Aldave. Aunque sí, me parecen únicos. Solamente me sorprende(o la verdad no tanto), sería más exacto decir, me entrecruza la pregunta de qué tanto pueden marcar, estos padres, a sus hijos, la vida que les espera con los dientes afilados.

Cuanto quieren hacer los niños (hablo por todos), una vez que ya crecen y tienen mayor conocimiento de la libertad, por dejar la herencia de sus padres; y qué tanto, estos, les dieron la herramienta para hacerlo, para volar responsablemente sin mirar atrás, o abajo, para escudarse en sus progenitores cuando haya problemas.

Solo quiero que Luciana no sea tan engreída y dependiente como lo fui yo, si no es así habré fracasado.

lunes, septiembre 15, 2008

Wafer


"Voy a recoger a María Fernanda con Diego y con yo"
(Luciana, 4 años. Esa tarde, antes de salir con Diego y conmigo)


Se hace la dormida


Diego vino a buscarme en la mañana con su perro malhechor Brandom (sí, como el del comercial de Mi Mascot, aunque él jura y perjura que no le puso ese nombre por tal anuncio televisivo). Quería que lo acompañe a recoger a su sobrina María Fernandina que estaba en la casa de su abuela.

María Fernandina cuenta con tres años de edad y estudia en el mismo colegio que mi sistercita, sólo que en turno tarde, y yo supongo que es una pesadilla para su miss Gaby como esa mañana lo sería para su joven tío Diego, autor de rolas dignas de un espacio en Viva FM. Su nombre se presta para el diminutivo Mafercita y, por lo tanto, para el no menos dulce Wafercita.

Esa búsqueda que me propuso era una buena excusa para dejar de enviciarme en el computador. Le dije que me esperase cinco minutos para cambiarme y le pedí a Luciana que nos acompañara. Aceptó facilito porque se lleva bien con María Fernandina y creo que sucede también al revés, es decir, cuando oyen sus nombres o huelen que una está cerca de la otra se alegran. Circunstancia apriorística que muchas veces comienza a sulfurarse con el correr de las horas y el discutido uso que hacen de los juguetes que, a pesar de ser muchos, se los pelean varias veces, se picotean entre ellas.

Ahora caminábamos los tres por el colegio Elvira García y García, cuna de las más deseadas bellezas de mi distrito, ya un poco lejos de casa cuando nos arrepentimos de no haber sacado el carro para llegar más rápido. Y es que aún no me acostumbro a manejar con tanto carro por todos lados, prefiero manejar a la medianoche cuando es más difícil encontrar una riña con otro conductor que, (¿de más está decirlo?), viene malhumorado por el tránsito caótico y las interminables zanjas hechas en simultáneo por nuestro alcalde Luis Castañeda. De todas maneras, no haber elegido usar el carro por ese respeto al tránsito limeño era, como Caperucita, haber elegido el camino más largo, aunque también, más lleno de flores de todo tipo, engañosas y aromáticas.

Diego, le hacía bromas a Lu y Ella caía facilito. Que porqué no tomas la sopa, que no quieres crecer, que tu no conoces los malos hábitos de tu hermano, que cuál es tu nombre completo. Mientras tanto, Diego me iba informando de las malacrianzas de Juance y Mauricio, otros dos amigos de la cuadra más monse de Pueblo Libre, tradicional distrito donde vivimos como alguna vez también lo hicieron los libertadores del Perú hace 187 años aprox. Así, llegamos donde la abuela. Demoramos un poco esperando que María Fernandina eligiera el juguete que llevaríamos para "divertirnos" en el camino.

Eligió un coche grande y rosado que Luciana, por su experiencia con su bicicleta Monarette Penguin 1202, manejaba con un poco más de destreza que ella. Caminábamos por las calles más lindas de Breña (es verdad, porque sí las tiene), las niñas se turnaban el triciclo y, sospechosamente, la vida era feliz esa tarde.

Lu le tenía un poco de pavor al can y se resguardaba cogiéndome el pantalón para que la rescatara, pero María Fernandina sí le faltaba el respeto al chucho ese, con lapos arteros y desconsiderados gritos. Fue gracioso oírlas pasarle la voz al perro cuando este nos dejaba lejos:

–BANDOOOO –gritaba María F–.
–BRANNDOOM –la seguía Lu–.

A punto de llegar a la avenida Del Río, Wafercita montó en un ataque de cólera. Su triciclo rosado tiene una especie de pico amarillo que se había salido. María Fernandina trató de recomponerlo a su móvil pero no se daba cuenta que era muy difícil y, terca como ella sola, insistía pero era en vano, no lo lograría. Luego, le pidió a Diego que la ayudara pero cometió un error que su tío le hizo pagar carísimo: no le pidió hablando, sino con gestos.

No, habla, habla, decía Diego. Wafer se agitaba por hacerle entender sin palabras lo que quería pero Diego seguía implacable. Le pedía más y más fuerte hasta que rompió en llanto.
Tienes que hablarme, sino no te entiendo María Fernandina, seguía Dieguito, implacable con su sobrina.

Ya pues "Yeego", ah ahhhh, ahora nadie detendría a MF. Caminamos hasta la esquina y ella se quedó sentada a media cuadra. Pasaron otros chicos grandes y Wafer avanzó antes que llegasen. Los tres doblamos la esquina para que Fernandina, al no vernos, se asustase y corriese por nosotros. Así pasó. Ella corrió y Dieguito la cargó, aun seguía con lágrimas, mojando los hombros de su tío que demoró mucho en perdonarle sus berrinches.

Tres cuadras más allá, tuvimos la idea de que Lu y MF pasen juntas la tarde en casa de Diego. Fuimos allí, yo sabía que Luciana no querría quedarse sola sin mí pero hice el intento. Quería quedarse a jugar, pero me obligaba a quedarme, yo le dije que no podía. Ella me pregunto por qué. Buena pregunta, Lu, no supe cómo explicarte que ya estaban sirviendo la comida en esa casa y que yo estaba de más. Claro, si me quedaba un rato más me iban a ofrecer “almuercito” y no me gusta comer en otra casa a menos que sea estrictamente necesario (cómo que mi familia me abandone de golpe o que haya terremoto y sólo nuestra cocina se derrumbe). En cambio, María F. sí estaba dispuesta a venir con Lu y conmigo a la casa, a jugar un rato. Cuidar a Luciana es, a veces, tortuoso. A eso, sumarle un Wafer es mucho más difícil. Yo sabía que pelearían y tendría que inventar tretas, juegos, muecas que me saquen de la Tercera Guerra Mundial que ellas harían estallar en mi morada.

Adriana, la madre de María Fernandina, no se despidió de su hija sin antes advertirle hija, cualquier cosa gritas ¿ya?. Yo, contrariado por tal frase de humor, solté una sonrisa torpe que Adriana interpretó como una pedida de Muss, el mismo que ya les había dado a su hija y a Luciana. Bajamos del edificio; ahora, éramos los tres chicos que comen Muss, qué rico que es el chocolate en cualquiera de sus formas y sin deglutir en exceso.

En la casa, había que desmontar algunos juguetes del Cesto de Juguetes de Luciana. Tal Cesto representa la reunión desbocada de los juguetes que a Luciana le ha venido en bien juntar para divertirse. Yo, desde mi experiencia, que es sustantiva en este tema, no comprendo ese cliqueo tan pintoresco que hacen los niños hoy de sus juguetes, y que en tan ruda forma es alentado por los adultos que, trasnochados ellos, compran y compran en Navidad cualquier muñeco parlante que les haga gracia, y con el que les va a gustar tomarse la foto para la posteridad cuando tal regalo sea descubierto luego de permanecer horas de horas bajo un frío árbol de pascuas.

Decía que, no bien sacaba yo solo los juguetes que no fueran tan bullangueros y tontos (aunque me desesperaba levantando barbie tras barbie), María Fernandina y Luciana ya me sacaban la vuelta por las plastilinas multicolores que ahora me pedían saque de encima de la refrigeradora. Mejor así, pensé. ¡No!. Les pasé los colores y ¡ay! una de Ellas, acaparadora, cogió más que la otra así que esta le reclamó. Siempre mis intervenciones son tardías, cuando ya están muy irascibles entre ellas. Se las quité y volví a repartir salomónicamente y según el color de sus preferencias, pero no había terminado de distribuírselas y Ellas ya estaban entregadas a los plumones y papeles donde ensayaban sus trazos tan mal hechos como tan logrados para su edad. Era evidente, no tenían un orden así que se me ocurrió dividir, esa misma sala, en lugares de compartimentos imaginarios donde, como les explique, chicas, esta es la zona de plastilina, ésta la de dibujos y esta la de kens y barb… Cómo ya se imaginan, ahora hablaba solo. Wafer y Luciana se metieron al cuarto rapidísimo y yo las perseguí. Luciana le enseñó a subir al camarote donde dormía. Mafer, inteligente y más que nada valiente, aprendió rápido a trepar las endebles escaleras que unen el mundo donde duerme Lu con la realidad superficial donde caminamos los humanos. Aprovechando que estaban algo sitiadas allá arriba les saque los cuentos a ver si alguno les interesaba en leer (que yo les lea). Más interesante fue, para Luciana, enseñarle a saltar a Wafercito. Ella aprendió rápido a saltar desde esa altura hasta el cejijunto colchón donde duerme Romina. Volvieron a la sala y yo les tendí un delgado colchón para que no estén echadas en el suelo, es decir, la parte del suelo que correspondía a la recién descubierta “Zona de Dibujos”. Ese fue un error, por sentarme al medio fui víctima de sus ataques, comandados por María Fernandina. Ahora, estaba yo debajo de los golpes, Ellas retozaban bruscamente sobre mis brazos delgados que me cubrían. Era yo un perro, como Brandom, al que sus dueñas le faltaban el respeto. Al final, logré calmarlas.

La aventura debió acabar así, conmigo en apuros por inventarme juegos que no existen más que en mi mente, y que sólo ellas, nenas hermosas, saben obedecer sin cuestionar tanto, o con un real gusto por seguirlos, y, lo mejor, saber gozar estrepitosamente hasta sacar el último suspiro al chiste que, repito, por lo menos para Lu y MF, esa tarde, salió sincero desde mi y retornó del todo cómplice desde Ellas.

No terminó así porque María Fernandina, amiga y vecina, de un momento a otro, de golpe como ella sabe, se hizo la Pis. Ni yo ni Luciana, testigos del hecho, podremos explicar cuando comenzó a enchumbarse los pantalones. Pero le hicimos saber que no pasaba nada y que eso de la Pis, pues, a cualquiera le pasa. Le falto un poco de confianza para avisar antes.


Cámbienme, chicas, abandónenme, séanme infieles, no jueguen conmigo, vayan con ustedes, donde ustedes crean que deban ir y, si me tienen que dejar, aquí me quedo. Aquí las espero, las quiero.



[Luciana no tiene idea ni quién es Chichi Peralta, ni quién Mario Bros. Pero la interpretación de la Pantera Rosa la atrapó al punto que siempre me pedía que lo volviera y lo revolviera a poner.]

lunes, septiembre 08, 2008

El poema del bloJ (*)


En un día en que Roger Federer, por fín, se acordó de ganar un Grand Slam y que Beyoncé declaró que subir de peso le parece divertido (y, claro, si así lo exigen las películas que está grabando y en las que está contenta de participar, cómo no hacerlo), guíado por estas rarezas, y corto de tiempo, se me ocurrió colgar las siguientes líneas que le pertenecen a Mario Benedetti, narrador y poeta oriental, ya que le encuentro una caprichosa cercanía con este bloJ. Pertenece a su poemario "El amor, las mujeres y la vida" (Biblioteca Breve). Disfruten.



Táctica y estrategia

Mi táctica es
..........................mirarte
aprender como sos
quererte como sos
mi táctica es
..........................hablarte


y escucharte
construir palabras
un puente indestructible

mi táctica es
quedarme en tu recuerdo
no sé cómo...... ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en vos

mi táctica es
.......................ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos
simulacros
para que entre los dos
no haya telón
.......................ni abismos

mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
.....................................simple

mi estrategia es
que un día cualquiera
ni sé cómo...... ni sé
con qué pretexto
por fin... me necesites.



[*: Sin tiempo.]

lunes, septiembre 01, 2008

El cuento interrumpido

"¡Noo!, no mires al mueble que mi muñeca está calata"
(Luciana, 4 años. Y mi muñeca eres tú)

Conversando con una amistad de la Argentina me pregunta: ¿Cómo va lo del blog?. Le digo que todavía en julio lo empezaré y no le cuento más. Ella no sabe que será participe del comienzo de este post.

Mi madre sale del cuarto algo furiosa porque Luciana no quiere subir a la cama a dormirse ––duerme en el colchón de arriba del camarote––, así que dejo un rato el ordenador y voy hacia por ella.

La encuentro ya arriba y me asusto cuando veo a Romina al costado de la cama y de pie, pensé que ya se había ido a estudiar a la otra casa porque no sentía sus pasos hace rato o porque me era difícil creer que se bañaba a esas horas de la noche ––como lo hacía cuando se iba a sus tonos, previo llanto descontrolado por pedir permiso–– así que me asuste al verla ––pero no por esa broma tonta: ¡ay! que fea eres me asustas–– sino porque soy asustadizo siempre, con cualquier cosa. Si en la calle alguien me pasa la voz me asusto, si me piden una dirección me asusto, me piden la hora y me asusto, la chica más grande de la universidad me asustaba todo el primer ciclo ––ahora ya no, la amenazo con darle besos comprometedores y listo––. Me encierro en mí y cuando alguien me interrumpe de estar conmigo me asusto, me siento desamparado sin mí al volver a los demás. Esa cosa tan arjoniana es una forma decorosa de decir que soy un tonto.


-¿Quieres que te cuente un cuento? –– me ofrecí ––.
-Siii, el cuento del conejo Rabito que tiene una amiga Luciana y otro amigo Aleps (Alexander) como como como….
-¿Como el niño de arriba?
-Ajá. ¿Y ése me cuentas ya?


Le digo que sí ––pero no es verdad––. El cuento del conejo Rabito lo hizo Marita ––a la sazón, nuestra vecina y mamá de Alexander–– para presentarlo al colegio. Ella lo dibujó y lo escribió de acuerdo a como estaba en un libro que en la casa teníamos. Y, para qué negarlo, me daba cierta rabia no haber sido yo quién lo escribiera, igual que el año pasado cuando presentamos un cuento que trataba de Vladi, la niña que estaba dibujada en el biberón de Luciana y que era desde antes de escribir el cuento del 2007 la amiga imaginaria de Lu. Vladi la acompañaba sólo cuando tomaba su leche. En honor a la verdad, era mi amiga imaginaria porque yo era el que le hablaba mientras Luciana tomaba con pausas continuadas su leche Bella Holandesa o Gloria. No iba tener mucho tiempo para escribirlo así que mi madre fue sabia en encargarlo para que lo haga Marita “la gritona” y presentarlo como nuestro cuento del 2008. En definitiva, no quería contarle el cuento de Rabito por el motivo ya expuesto y porque sólo recordaba que un personaje se perdía y lo rescataban, un argumento algo tonto.
Le digo a Luciana que tenía que apagar el ordenador y luego de eso volvía para contarle el cuento. Lo que es una mentira porque lo que iba hacer era buscar un cuento, en la red, qué contarle. Como ya conozco otro noble blog, destinado a la difusión de resúmenes de cuentos para niños, no me fue difícil encontrarlo. Se llamaba "Hadabruja" y trataba de un hada que le gustaba comportarse como bruja tanto así que se fue a vivir con ellas. El cuento dejaba la enseñanza de que no podemos esperar que porque tú naciste hada, niña linda o engreída, tienes que comportarte como tal y cerrar tu campo de acción a lo que hace un hada. Que no hay que tenerle miedo a la antítesis de un hada, una bruja, por el solo hecho de ser una negación, ya que esta negación puede reafirmarnos en nuestras convicciones. Además, presten atención al hecho de que un hada se va con las brujas y no una bruja se va con las hadas. Hay que contaminarse para conocerse como hizo esta hada, que si bien rompe con su familia vuelve luego a ellos como una liga que de tanto tensarse se rompe y vuelve con gran violencia al estado pasivo de antes, pero ya no era la misma, ahora estaba marcada por esa ruptura lo que indica que había encontrado una enseñanza. Listo, ya tenía la historia, sólo despedí a mi amiga la estudiante bonaerense sin contarle que me iba donde Lu porque se iba a poner melosona si demoraba más.

Mi madre estaba a punto de acostarse con Luciana ––a sus cuatro años necesita de mamita aun, todavía no alcanza mi record–– pero llegué a tiempo y subí, nos acomodamos, hicimos una caverna con la colcha y antes de apagar la luz negociamos el tema del cuento. Negociación que, cuando recién le empecé a contar los cuentos, hace un par de años, no hacíamos porque era yo el que marcaba la agenda, al fiel estilo del Dictador. Ella, como ya saben, quería "Rabito y su trabuco” y yo quería “Hadabruja”. Lejos de imponerle mi deseo sólo tenía que manipularla con el viejo truco de soltarle un pasaje misterioso/curioso del cuento venidero para atraparla y que ahora ella misma me pidiera Yaaa, Hadabruja. Le había dicho que se trataba de un hada que se iba a vivir con las brujas, nada más, así de simple, a los niños de 4, o menos, o un poco más, con un mísero bocado se los convence. ¿No lo han intentado? Vamos, háganlo. Se siente rico. Nada de griteríos absurdos ni otras tretas de ese calibre.

Cuando se apagó la luz, apenas mencioné la palabra “bruja” Luciana se asusto y dijo no no no ya no. Le dije que no se preocupara y la abracé. Fue algo así:

Erase un día, en un lugar más cercano del que podemos imaginar, una niña llamada Lucienne descubrió, a los cuatro años, que era un hada porque su mamá-hada le dijo que su abuela y su abuelo, sus hermanas y hermanos, sus tías y tíos y toda su familia era de hadas. Pero a Lucienne no le gustaba lo que hacían las hadas, no le gustaba crear vestidos que se acababan con las doce campanadas, ni convertir calabazas en majestuosos carruajes, no le gustaba ponerle piernas a la sirenita y no le gustaba la idea de que le impusieran una ahijada cuando creciera. Lo que sí, le gustaba jugar con arañas e insectos y usar las escobas para volar era su deporte favorito, además de preparar sopas en recipientes grandes que muchos llamaban pócimas o brebajes.

Hasta aquí, Lu me escucho volteada, mirando la pared, y cuando quiso volver su mirada hacia mí, dio un giro rápido con impulso que parecía violento ––aprendido en la calle, el colegio o la casa–– casi se descarga sobre mí ya que se cuadró inmediatamente como para darme un golpe seco con el antebrazo en el rostro, cual boxeadora que practica durante los veranos en el estadio nacional las tácticas para lisiar a los chicos de la playa que no le harán caso por temor a sus ganchos (pero a nada más). Algo la detuvo en seco, será que siempre, cuando me golpea, yo me quejo airadamente ––la última vez fue cuando arruinó la decoración que había hecho a mi escritorio–– y ahora por fin tuvo un poco de consideración con las dolencias que me causa, en el alma, un golpe suyo. Ojalá haya sido eso. Luego de las risas que soltamos en el momento continué…
Así que Lucienne decidió irse del País de las Hadas. Una mañana tomó el micro que la llevó al paradero de buses. Ya en el bus, cruzó las montañas hasta llegar al País de las Brujas. Cuando bajó, cuatro brujas viejas le preguntaron a quién buscaba y Lucienne les dijo que buscaba a la bruja Vladi. A la bruja Vladi la conocía del colegio. Las brujas viejas le dijeron que tenía que irse a la torre que estaba en el centro de esa ciudad oscura y al costado del río. Como Lucienne no conocía el centro de la ciudad tuvo que caminar por la orilla del río hasta ver una torre. Cuando llegó, tocó la puerta y salió Vladi por la ventana pero como estaba por encima de las nubes, y la torre no contaba con ascensores, tuvo que recoger a Lucienne con su escoba mágica. Bajó hasta el primer piso.

Ahora Luciana, encrespada sobre mí, me cogió de los hombros con sus manitas y con una burla dibujada en el rostro por lo que estaba pasando, entrompó los labios e infló algo parecido a un chicle de burbujas. A continuación, en menos segundos de los que utilizaría Adriana Zubiate para dar una vuelta, yo, que no me había dado mucha cuenta de la sustancia babosa que se me venía en lo profundo de esa oscuridad, fui embadurnado con una mácula adiposa que parecía haber sido germinada durante años. Así, totalmente eclipsado por las babas del diablo, que es mi hermana, y harto de sus interrupciones, alcancé a proferir la frase: ¡Oye! ¡Tú no me respetas!

Hubo un silencio de pocos segundos. Luciana se burló de mi reacción y yo la seguí como admitiendo la escena un poco exaltada en la que acababa de actuar. Porque eso sentí, luego que Luciana festejara la forma en que me irrité: un actorcillo de las pelotas, un bailarín mal instruido de Bailando por un Sueño.

Por mucho tiempo, Lucienne y Vladi, se divirtieron en esa torre de brujas que estaba por encima de las nubes. Pero, cada noche, antes de dormir, Lucienne observaba las estrellas que colgaban del cielo, cerca a su antiguo mundo de las hadas. Lucienne extrañaba a su familia, no aguantó y decidió volver con ella. Luego de todo ese tiempo, ¿cómo la recibiría su mamá? Cuando bajó del bus, lo primero que vio fue…

Sentí un nuevo sonido que pululaba en el ambiente de la habitación. La miré y ya se había dormido. Ahora me acompañaban sus apacibles ronquidos voladores. Supe que era la última interrupción de la noche.


Galería de video: "Un lugar en tu almohada" de Jorge Drexler. Es la versión mejorada y melódica de lo que quise contar.



 
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