lunes, agosto 11, 2008

Libertad en suspenso

"oye ya no soy bebe soy niña grande"
(Luciana, 4 años, argumento para buscar su independencia)
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Las pocas veces que fui a los juegos laberintescos de los restaurantes de comida rápida, casi siempre encontraba a un niño o niña que me caía antipático(a), o porque me decía no, eso no se hace o porque niño sal de aquí ¿no me ves que estoy pasando? ; Se creían los dueños de los juegos. Estaban también los que no querían jugar con nadie. Eran ellos solos y, claro que se les agradecía el abandono, pero siempre en esos juegos se producían roces, embestidas y situaciones que llevaban hasta al escupitajo, dada la naturaleza peleandera de los infantes, por lo que uno no estaba solo por más que lo deseara, era uno y sus peleas (visitar el KFC de Plaza San Miguel en hora punta para comprobarlo). Y para evitarlas, en caso hubiera querido evitarlas, hacía alianzas con otros niños e íbamos juntos a la aventura de descubrir esos parajes enmallados, fuera de los cuales esperaba papá o mamá hasta la hora de irnos, es decir, hasta la hora en que se cansaban y decidían que por hoy, con ustedes hijos, no habría más diversión. Ellos difícilmente la encontraban sentados esperándonos.

Cierto día del frío junio, fui a las diez de la mañana, apenas me desperté, a concluir mis trámites de “antecedentes policiales” porque es un requisito que me pide la agencia que me llevará gentilmente a EEUU a trabajar y divertirme. Sólo debía tomarme la foto y listo. Se imprimiría mi rostro en un papel en blanco porque, como ya intuirán, no he tenido percances mayores, ni menores, con las autoridades de mi país (que no han sabido detenerme por mis delitos ya que me escabullo cual serpiente de montaña). La señorita policía (con mención en fotografía penalística) de la comisaría, para la que posé seriamente, me dijo: por favor, colabore y ponga cara de preso, nos reímos. He tenido mejores fotos, además la tinta no secó bien y salí “cachetón para abajo” –el “cachetón para arriba” es un cachetón sonriente, ganador–.

Luego fui a Kodak para otra sesión de fotos. Ésta si debía salir bien porque era totalmente seguro que un gringo empleador vería mi rostro candelejón. Estaba obligado a poner mi mejor sonrisa y ya no esa displicente que ensayé en la comisaría. El señor que me atendió se excedió en el precio pero no quería demorar más el trámite buscando otra Casa de Fotos así que pagué lo que pidió con su sonrisa desdentada. Había planeado llevar a Luciana. Ella me haría reír en esos segundos tan humillantes que hay desde que te esmeras en altivar el rostro, la columna y los cachetes, mover la cabeza a la sazón del fotógrafo que más parece un arquero ordenando su barrera antes de un tiro libre de Cristiano Ronaldo, esperar el flash y una vez disparado éste acercarme a ver en la cámara digital la foto para discriminarla o no como la elegida que el gringo empleador en sus manos tendrá. Con Luciana al frente, la sonrisa sale espontánea sólo con verla a Ella y no ver al pajarito en el que, según el viejo fotógrafo, se había convertido su mano izquierda. Pero no se pudo porque tiene clases a esas horas de la mañana.

Tenía que volver dos horas después a recoger mis fotos reveladas y esta vez sí fui con Luciana. Habíamos discutido al salir de la casa pues ella insistía en llevar su bicicleta. Yo le decía que no, que era muy lejos, que las pistas estaban malas y que yo no iba cargar su bicicleta porque estaba cansado. Claro, con la delicadeza que le corresponde a mi hermana menor. En la negociación consiguió que le ofreciera pasar por los juegos de Metro luego de recoger mis fotos. Igual, se negó a soltar su móvil. Ella terca, entonces me voy solo, chau –le dije y la dejé-. En la reja me alcanzó y me pidió que la espere porque iba a recoger su pomo de agua. Lo recogió, hizo pis y salimos abrigados a recoger las fotos.

En el camino le mostré el lugar donde había capturado el saltamontes que en casa bautizamos como Saúl. Saúl el saltamontes tuvo que ser confinado a un táper de mermelada transparente y ubicado, para su mejor vista, en nuestra ventana. Táper que fue su celda hasta los últimos días en que tintineó su plexo mostaza y alado, pero no se puede quejar porque murió en cárcel de oro, fue su comisaría personal, y no habían fotógrafas jodiéndolo. Saúl perdió su contrariada libertad al mediodía, en circunstancias de quietud impasible y desconcertante, pues yo tenía la intención de mostrárselo a Luciana, porque enseñarles cosas raras a los niños es una práctica placentera tanto para ellos como para mí. Que Ella le pierda el miedo que yo sí les tengo a los insectos.

Una vez en Kodak pagué lo que faltaba de la cuenta y me entregó mis ocho fotos tamaño pasaporte y mis seis fotos 5x5cm que, milagros que no sabemos explicar, habían salido bien, según lo que me dijo Luciana. Fue así:

- ¿Que tal me veo? ¿Te gusto?
- Sí, está bien.

Los niños no saben mentir, punto a favor… pero yo he aprendido a desengañarme sin dramas de por medio. Empecé a buscarle rápidamente los defectos a las fotos. Había salido con el usb colgando, la casaca azul de siempre, el polo marrón a rayas al que no me puedo resistir así lo use con vestimentas que no combinen, el peinado intringulisado con mechones levantándose disparatados, pequeños puntos rojos entre la nariz y las comisuras de mis labios, el círculo que se forma en mi mentón rasurado y sólo se veía la oreja derecha. Son detalles que muchos nos empecinamos en observar, llegando al extremo de obligar a algún inocente amigo a que las reconozca con nosotros, aun asegurándonos éste que no ve nada.

Fuimos a los tan mentados juegos de Metro. Bajamos por la rampa donde, se supone, circulan los carritos de metal. Había un niño jugando y su mamá esperándolo. Se persiguieron hasta cansarse, los juegos no tenían el espacio suficiente para que desplieguen su energía pero estos lo hacían imaginándose en palaciegos juegos. El niño le decía, sube, este es mi cuarto y acá esta la tele, échate. Lo hacía refiriéndose a la parte más alta de esos juegos, donde yo no alcanzaba a ver bien lo que ocurría. Luciana le decía que NO pero el niño insistía y Ella otra vez que NO. No creo que el niño haya tenido una intención morbosa, a tan corta edad no conocen las veleidades de los mayores, o tal vez sí (habrá que consultar eso en algún libro de Freud). Luciana siguió firme en no aceptar y volvieron a perseguirse.

Unos minutos después, la mamá del peligroso niño, que estaba sentada a mi costado, se levantó para coger los zapatos de su hijo. Lo llamó, pero él no se acerco. Lo persiguió. Lastimosamente, pudo atraparlo rápido –cuando demoran en que sus hijos les hagan caso es más gracioso- cuando él corría. Luego de un forcejeo leve lo controló y llegué a escuchar:

- Vamos ya. Vamos rápido o te voy a dar con palo en la casa ah!
- Noo, nooo –se aterró el chico.
- Ah ya, entonces vamos pues! –y desaparecieron.

Ahora entendía un poco más a ese niño. Luciana otra vez estuvo sola en esos juegos que habían vuelto a ser grandes y aburridos para Ella, esperando la llegada de más compañeros de juego. Llegaron unas niñas y empezaron de nuevo.

Mientras tanto, yo contemplo mis fotos, esperando que no sea un empleador gringo el que las vea, sino una empleadora gringa. Lo que abre mayores posibilidades de asegurarme el trabajo honrado que nunca tuve en mi país, más allá de ser un bloJer que documenta la vida de su indefensa hermana menor.
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Video homenaje a Saúl el saltamontes, un preso de nuestra libertad. La notable letra es de Andrés Calamaro pero la voz de Fabiana Cantilo es deliciosa.

8 comentarios:

  1. Gracias por regresarme a la infancia. Llegué a este blog como adolescente y salgo como un niño de 4 años, enamorado del mundo y todavía soñador.
    Que distintos son los ojos de los niños! Ven el mundo desde la ternura aun intacta de su alma. Muy buen post.

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  2. yo odiaba esos juegos cuando era chibola


    ahora los amos, sobretodo los ek son inflables



    saludowwwws

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  3. Explicativo post!

    Te sigo leyendo.

    Lu (de Lucero)

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  4. Yo también te seguiré leyendo. Buen post!

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  5. infancias. yo era de las niñas independientes..
    Pasare seguido

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  6. Hola carlos barzola florian: Tienes razon, aun no estan contaminados como tu o como yo. Siempre es bueno recordarlo. Un abrazo.

    Hola lipstick lu: Claro, somos del siglo pasado. Yo iba a los juegos de Lince, en el parque Castilla, cuando eran juegos de fierro. Gracias por escribir.

    Hola lu :) Yo tambien, yo tambien. Tu si debes ser de las pioneras con tu tema, que en algo compartimos. Saludos.

    Hola Diana: me too.

    Hola Carmendelly: Hola! tus historias son condenadamente buenas y graciosas. Saludos.

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  7. Me gusto mucho, compadre, felicitaciones por la buena pluma. Celebro el hecho que el amor por tu hermanita lo translades a uno de los hobbies mas entretenidos de nuestras epocas actuales. Ella es muy afortunada realmente.

    Llegue por aqui gracias a un enlace que dejaste en el blog de Calamaro. Buen hallazgo en verdad.

    Suerte por el pais de los USAnos. Si vienes para Texas pasa la tos que estamos a la orden. Un abrazo y visita tambien mi rincon cuando puedas.

    J

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  8. Hola Jota, compadre. Gracias por lo de las plumas (y es que adivinaste: soy un pollo cuando tomo cerveza)
    Parece que te esta yendo bien en USA, creeme que me alegra, espero pasar por ahí en unos meses aunque estare algo lejos.
    Lo de Calamaro fue un acierto. Pasare por tu bloJ, eso seguro.
    Abrazos desde Pueblo Libre.

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"vete de aqui, vete de aqui" (Lu dixit)

 
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