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lunes, diciembre 15, 2008

Nos volveremos a ver


“Travel is a vanishing act” 

(en el bloJ de Alberto Fuguet)


I.

–¡Luciana me dieron la Visa!! ––anuncio cuando la veo entrar––.

–Ya reiner mira ––me da su libreta de notas––. Vamos a ver mis trabajos ––abrió su folder de trabajos del último bimestre––.

–Luciana me han dado la Visa ––le repetí para sentirme, voluntariamente, un idiota––.

Yo llego alegre a la casa porque la cónsula estadounidense ––que se veía y hablaba como una digna hija de Hitler––, luego de unas pocas preguntas, me permitió entrar a su país desde diciembre del 2008 con su sola firma y Luciana, en su mundo de colores, me arremete empapelándome la cara con todos los trabajos que su miss Juanita le guarda en un folder con dibujo de Tazmania. Además, me pasó su libreta casi sin saber que era, sin importarle si por las letras (A, B o C) que habían dentro se iba ganar una llamada de atención o una felicitación por su desempeño académico.

Lejos de disminuir mi noticia a una especie de trivial informe de esos que salen en la sección Espectáculos de América Noticias (Edición matinal) y deprimirme por eso, me alegró que me enseñara sus trabajos ––los que hizo, y los que no, porque faltó dos semanas por varicela–– y me alejara por un rato de las mediocridades de mi vida.

Ok, me dieron la Vica o visa o cómo se llame ¿!y!? Si no me la daban ¿Cómo hubiera estado? Pues con el ánimo desnutrido, con ganas de nada. Luego de la reacción empapeladora de Luciana yo le dije:

–A mí las notas no me importan pero están bien, Lu ––que es mi forma de felicitar, como diría Paulo Autuori, “poniendo los paños fríos” a sus notas que de la letra A no bajaban––.

Al reverso de la libreta estaban las anotaciones y recomendaciones finales y siempre sospecho de ellas porque las profesoras en las libretas de notas, me parece que, como son varios alumnos, a todos le ponen casi lo mismo. Tal vez solo varía en que a uno le pone una coma más o una tilde por ahí, unas “felicitaciones” o un “sigue así”. Esta vez la profesora había descrito, con gran acierto, el comportamiento de Lu que yo había percibido igual que ella los últimos dos meses.

¡Muy bien! Luciana te has esforzado durante este tiempo y has demostrado ser responsable y que te gusta realizar tus trabajos sigue adelante.

–Éste no me faltó, éste no me faltó ¡oh! Éste me faltó ––discriminaba, Lu, entre todos sus trabajos––.

–Está probado que los que gatean tienen más facilidad en la escritura ––nos puso al día mi mamá con las últimas investigaciones científicas––.

– ¡Oh!, Luciana yo fui quien te enseño a caminar ––le dije culposo––.

–Ja ––con cara de “no entiendo” ––.

–O sea yo hice que tú ya no gatees.

Era verdad. Yo me propuse, antes que Luciana cumpliera el año de edad, que aprendería a caminar. No lo logré porque aprendió al año y un mes. Recuerdo que solo una vez dejé que se cayera y me sentí muy mal por verla llorar con tantos gritos.

–Y la mamá de Fiama me dijo “hay qué bonita tu historia del cuaderno Viajero”

– ¿Cuál, la primera o la segunda?

–La primera

–Je je ––reí poco pero en el fondo me reconfortó lo que dijo la mamá de Fiama, renombrada crítica literaria para mí desde ese momento. Volví a pensar que esta semana continuaba siendo una semana feliz, de esas pocas y raras semanas que uno tiene en la vida––.

Pero me voy a ir; cuando Luciana le dio menuda importancia a mi noticia, me devolvió a la tierra con sabor peruano que ahora dejaré.


II.

Cuasi-Desgarradora conversación en el micro (la transcripción está a continuación; si quieres dale clic al video y lo escuchas nomás) (Nótese mi actual pericia en la edición de videos)



GUIÓN:

– ¿Porque no quieres que me vaya de viaje? ––le pregunto––.

–Porque nooo

–Pero yo te voy a llamar todos los días

–Nooo

– ¿No te llamo?

–Nooo, no quiero que vayas

–Ya, yo te mando correos y te digo Luciana, hoy dia te he comprado uun…

– ¡No!, no me digas es un secreeto

–Ah verdad, una sorpresa jaja… ¿entonces qué, te llamo y qué te digo entonces? Te llamo y te digo Luciana hoy día he hecho esto y he trabajado así…

–No, no. No mira, me engañas porque porque si no voy a saber

– ¿Ah verdad te engaño entonces? ¿Te engaño?

–Sí, me dices que que que me compraste un teléfono

–Jaja

– ¿Ya? Pero pero era una zapatilla

–Jaja. O te digo hoy dia Luciana te he comprado… una hamburguesa

– ¡Ya!

–Pero te he comprado un Barney –plop–. O Luciana hoy dia te he comprado un edificio

–Pe pero no compres nada de ropa

– ¿No quieres ropa?

–No, no compres ah

– ¿Y para ti tampoco?

–Sí sí sí sí para mí sí

–Jaja. Ya pues para ti nomás compro, ¿para mí no ya? Yo me quedo calato allá

–Ahh jijijeje

–Ya y imagínate si te llamo y te digo Luciana te he comprado un edificio

– ¡Ya!

–Pero como el edificio no entra en la maleta tú me dices ¡mentiroso!

–Jaja

– ¿Y tú vas a ir a despedirme al aeropuerto?

–Yo te recojo con mi papá y con mi mamá… con mi hermana.

–Ya y pero también me vas a ir a dejar. Tú me vas a recoger en marzo…  pero me vas a dejar este diciembre no? o no?

– ¿Hoy día te vas a ir de viaje?

–Todavía el otro mes. ¿Pero tú vas a ir a dejarme, a despedirme, a decirme “chau reiner vuelve pronto”? ¿Tú vas a ir conmigo?

–Ya seé mira tú me mandas una carta y yo te mando una carta

–Ah buena idea

–Y le damos a el este… a el… al que entrega…

–Al cartero

–Ajá al cartero

–Yo le entrego el tuyo y tú le entregas el tuyo, entonces a mi me manda el mi… el tuuyo y yo te mando el mío

–Juju

–Y ahora va ser tuyo y ese va ser mío

– ¿Una vez nomás me vas a mandar? ¿O cuantas veces?

– ¿Yo te voy a mandar dos veces y tú?

–Cuatro

–Yo también cuatro

–Seis yo

–Yo también seis. Juju

–Ya y tengo que mandar así una carta que tenga perfume ¿ya? y tu lo vas a oler, qué rico vas a decir… O una carta que tenga…

– ¡Talco, talco!

–Uy allá hay mucho talco ah, no sabes. En Estados Unidos hay mucho talco

– ¿Qué?

–En Estados Unidos hay mucho talco

– ¿Qué? – eso ya fue joda–.

–Yo te mando uno con flores ¿ya?

–Yaa

– ¿Los dibujos de princesa también quieres?

–Sí

–Y le mando cartas a la gente a la familia ¿ya?

–Sí

–Una a la familia y otra pa´ ti. ¿Algo más quieres que te mande?

–Umm

– ¿Fruta?

–No, no me mandas unas malerinas y unas zapatillas

–Pero no te puedo decir eso pues ya me dijiste que te engañe nomás

–Ya lo sé

– ¿Te engaño nomás?

–Pero las dos cosas porque sabes qué yo no tengo valerinas

–Ah, yo te compro allá pe. Hay un montón allá Jeje ¿ya?

– ¡Y también una cartuchera y colores!

–Ya, y… algo, un juguete seguro te compro

–Ya, ya ya ya

–Pero no te voy a decir, te voy a engañar. Porque yo te digo Luciana, he comprado una llanta pero en verdad te compré cartuchera jeje.

–Y yo te digo aaah no mentiroso!

– “porque la llanta no entra en la maleeta”

–Ay jeje

–Ya, voy a pagar ¿ya? ––bajamos y desaparecimos entre los caminos sinuosos del parque Kennedy––.

 

III.

La culpa es mía. Ahora ya no me quiero ir. Quiero quedarme con Luciana y perseguir chicas todo el verano (estación que ahora no gozaré). Ya he pagado todas las cuotas del viaje y eso me obliga a volar del Perú hoy mismo, lunes quince. Será Carolina: Carolina del Sur. Tres meses. Desde que me dijeron que me iba a ese estado me está gustando el nombrecito. No voy a vivir solo. Voy a convivir con una chica furiosa que se hace llamar Vanessa Morales y con otra persona, de algún rincón del mundo, que allá conoceré.

¿Cómo quedará el bloJ? Todo está planeado. Apenas me instale y consiga una computadora allá empiezo a teclear lo que sea, donde sea. Difícilmente publicaré cada lunes. En el momento menos esperado habrá un post aquí. Me voy a desordenar y eso me parece saludable. No voy a ver a Lucianita así que postearé del recuerdo (porque recordar es volver a pasar sobre el corazón), de las experiencias indelebles con Lu, de mis apresuradas reflexiones, mis rajes y pullas a la pacharaca forma de crianza peruana, etcétera.

Muchos dicen que es un floro barato pero, en vista de estos tiempos de recesión económica, debo admitir que no ganaré grandes sumas de dinero, dólares calientes, nada: así que la misión en este viaje semi-lunar es conocer lo más que pueda la gloriosa cultura estadounidense: salir de mi mundo provinciano y dejar mi mentalidad sudamericana. Nuevas historias, nueva gente, peligros desconocidos que habrá que sortear. Es la primera vez que trabajaré, así que me costará comenzar en esas canchas internacionales.

Ahora me voy a ir a Carolina por todo el verano y voy a extrañar a los amigos pueblolibrenses, a los de la Pucp, a los de por ahí, a los que ya no veo, a la familia ––de la que nunca me he separado por tanto tiempo––. Pasaré la navidad quién sabe cómo. Y el año nuevo… bueno ese no importa.

(Lamento no haber alcanzado a entregarle a S. Patricia lo que mi ley cardíaca decidió que le pertenecía)

De Luciana sólo puedo decir que la extrañaré rabiosamente. Cada vez que en los últimos meses me animé a hablarle de mi partida lo hacía con miedo porque sé que me lo reprocharía: Ella se rebela contra mis razones de querer irme (“me voy por la experiencia; quiero ganar algo de dinero”, para Ella no es suficiente), Ella cree que está en mi decisión el no irme y me aterro al comprobar que es algo que ya escapó de mis manos, que, cuando en mayo comenzó mi aventura de averiguar agencias de viaje muy animosamente, todas esas ganas iniciales ahora han carcomido mi vida, la engulleron. Debo dejar que pase así.

Ella, sin embargo, me ha ayudado a hacer las maletas, se ha recostado encima de ellas, se ha tomado fotos conmigo porque ya me voy, me ha pedido que no me vaya, he intentado bromearle para pasar esos malos ratos, se ha apenado muchas veces al pensar que no estaré en las fechas navideñas que vienen y que le entusiasman tanto, tal vez no calcula como yo que tres meses sin verla va a ser demasiado tiempo. Y, claro, me ha pedido regalos, los más frívolos del mundo: que yo le compraré con mucho gusto, diría que poseído por el consumismo norteamericano que allá respiraré.

Sería estúpido despedirme de mis pocos fieles lectores ya que un bloJ, en su esencia primera, es una despedida perpetua: cada lunes desaparezco y reaparezco; esto, además, me perseguirá mientras exista el Internet; así que lo que ahora escribo es un manifiesto para la familia, amigos y personas que ahora me faltaran: los extrañaré.

Este es un primer informe de la ausencia de todos ellos… especialmente la de Lu, a quien le debo siempre, y siempre termina siendo todo, y todo es lo que acompaña a la nada y nada es lo que antes de ti, Lu, era yo.

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Esta canción se llama Nos volveremos a ver: está hecha para este post. “Nunca hay un adiós total”, empieza Calamaro.



Para cerrar, el flacuchento y envejecido Daniel F no cree en las Distancias, algo se mantiene para él. Yo no comparto con él eso, pero la canción es notabilísima. 

lunes, agosto 11, 2008

Libertad en suspenso

"oye ya no soy bebe soy niña grande"
(Luciana, 4 años, argumento para buscar su independencia)
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Las pocas veces que fui a los juegos laberintescos de los restaurantes de comida rápida, casi siempre encontraba a un niño o niña que me caía antipático(a), o porque me decía no, eso no se hace o porque niño sal de aquí ¿no me ves que estoy pasando? ; Se creían los dueños de los juegos. Estaban también los que no querían jugar con nadie. Eran ellos solos y, claro que se les agradecía el abandono, pero siempre en esos juegos se producían roces, embestidas y situaciones que llevaban hasta al escupitajo, dada la naturaleza peleandera de los infantes, por lo que uno no estaba solo por más que lo deseara, era uno y sus peleas (visitar el KFC de Plaza San Miguel en hora punta para comprobarlo). Y para evitarlas, en caso hubiera querido evitarlas, hacía alianzas con otros niños e íbamos juntos a la aventura de descubrir esos parajes enmallados, fuera de los cuales esperaba papá o mamá hasta la hora de irnos, es decir, hasta la hora en que se cansaban y decidían que por hoy, con ustedes hijos, no habría más diversión. Ellos difícilmente la encontraban sentados esperándonos.

Cierto día del frío junio, fui a las diez de la mañana, apenas me desperté, a concluir mis trámites de “antecedentes policiales” porque es un requisito que me pide la agencia que me llevará gentilmente a EEUU a trabajar y divertirme. Sólo debía tomarme la foto y listo. Se imprimiría mi rostro en un papel en blanco porque, como ya intuirán, no he tenido percances mayores, ni menores, con las autoridades de mi país (que no han sabido detenerme por mis delitos ya que me escabullo cual serpiente de montaña). La señorita policía (con mención en fotografía penalística) de la comisaría, para la que posé seriamente, me dijo: por favor, colabore y ponga cara de preso, nos reímos. He tenido mejores fotos, además la tinta no secó bien y salí “cachetón para abajo” –el “cachetón para arriba” es un cachetón sonriente, ganador–.

Luego fui a Kodak para otra sesión de fotos. Ésta si debía salir bien porque era totalmente seguro que un gringo empleador vería mi rostro candelejón. Estaba obligado a poner mi mejor sonrisa y ya no esa displicente que ensayé en la comisaría. El señor que me atendió se excedió en el precio pero no quería demorar más el trámite buscando otra Casa de Fotos así que pagué lo que pidió con su sonrisa desdentada. Había planeado llevar a Luciana. Ella me haría reír en esos segundos tan humillantes que hay desde que te esmeras en altivar el rostro, la columna y los cachetes, mover la cabeza a la sazón del fotógrafo que más parece un arquero ordenando su barrera antes de un tiro libre de Cristiano Ronaldo, esperar el flash y una vez disparado éste acercarme a ver en la cámara digital la foto para discriminarla o no como la elegida que el gringo empleador en sus manos tendrá. Con Luciana al frente, la sonrisa sale espontánea sólo con verla a Ella y no ver al pajarito en el que, según el viejo fotógrafo, se había convertido su mano izquierda. Pero no se pudo porque tiene clases a esas horas de la mañana.

Tenía que volver dos horas después a recoger mis fotos reveladas y esta vez sí fui con Luciana. Habíamos discutido al salir de la casa pues ella insistía en llevar su bicicleta. Yo le decía que no, que era muy lejos, que las pistas estaban malas y que yo no iba cargar su bicicleta porque estaba cansado. Claro, con la delicadeza que le corresponde a mi hermana menor. En la negociación consiguió que le ofreciera pasar por los juegos de Metro luego de recoger mis fotos. Igual, se negó a soltar su móvil. Ella terca, entonces me voy solo, chau –le dije y la dejé-. En la reja me alcanzó y me pidió que la espere porque iba a recoger su pomo de agua. Lo recogió, hizo pis y salimos abrigados a recoger las fotos.

En el camino le mostré el lugar donde había capturado el saltamontes que en casa bautizamos como Saúl. Saúl el saltamontes tuvo que ser confinado a un táper de mermelada transparente y ubicado, para su mejor vista, en nuestra ventana. Táper que fue su celda hasta los últimos días en que tintineó su plexo mostaza y alado, pero no se puede quejar porque murió en cárcel de oro, fue su comisaría personal, y no habían fotógrafas jodiéndolo. Saúl perdió su contrariada libertad al mediodía, en circunstancias de quietud impasible y desconcertante, pues yo tenía la intención de mostrárselo a Luciana, porque enseñarles cosas raras a los niños es una práctica placentera tanto para ellos como para mí. Que Ella le pierda el miedo que yo sí les tengo a los insectos.

Una vez en Kodak pagué lo que faltaba de la cuenta y me entregó mis ocho fotos tamaño pasaporte y mis seis fotos 5x5cm que, milagros que no sabemos explicar, habían salido bien, según lo que me dijo Luciana. Fue así:

- ¿Que tal me veo? ¿Te gusto?
- Sí, está bien.

Los niños no saben mentir, punto a favor… pero yo he aprendido a desengañarme sin dramas de por medio. Empecé a buscarle rápidamente los defectos a las fotos. Había salido con el usb colgando, la casaca azul de siempre, el polo marrón a rayas al que no me puedo resistir así lo use con vestimentas que no combinen, el peinado intringulisado con mechones levantándose disparatados, pequeños puntos rojos entre la nariz y las comisuras de mis labios, el círculo que se forma en mi mentón rasurado y sólo se veía la oreja derecha. Son detalles que muchos nos empecinamos en observar, llegando al extremo de obligar a algún inocente amigo a que las reconozca con nosotros, aun asegurándonos éste que no ve nada.

Fuimos a los tan mentados juegos de Metro. Bajamos por la rampa donde, se supone, circulan los carritos de metal. Había un niño jugando y su mamá esperándolo. Se persiguieron hasta cansarse, los juegos no tenían el espacio suficiente para que desplieguen su energía pero estos lo hacían imaginándose en palaciegos juegos. El niño le decía, sube, este es mi cuarto y acá esta la tele, échate. Lo hacía refiriéndose a la parte más alta de esos juegos, donde yo no alcanzaba a ver bien lo que ocurría. Luciana le decía que NO pero el niño insistía y Ella otra vez que NO. No creo que el niño haya tenido una intención morbosa, a tan corta edad no conocen las veleidades de los mayores, o tal vez sí (habrá que consultar eso en algún libro de Freud). Luciana siguió firme en no aceptar y volvieron a perseguirse.

Unos minutos después, la mamá del peligroso niño, que estaba sentada a mi costado, se levantó para coger los zapatos de su hijo. Lo llamó, pero él no se acerco. Lo persiguió. Lastimosamente, pudo atraparlo rápido –cuando demoran en que sus hijos les hagan caso es más gracioso- cuando él corría. Luego de un forcejeo leve lo controló y llegué a escuchar:

- Vamos ya. Vamos rápido o te voy a dar con palo en la casa ah!
- Noo, nooo –se aterró el chico.
- Ah ya, entonces vamos pues! –y desaparecieron.

Ahora entendía un poco más a ese niño. Luciana otra vez estuvo sola en esos juegos que habían vuelto a ser grandes y aburridos para Ella, esperando la llegada de más compañeros de juego. Llegaron unas niñas y empezaron de nuevo.

Mientras tanto, yo contemplo mis fotos, esperando que no sea un empleador gringo el que las vea, sino una empleadora gringa. Lo que abre mayores posibilidades de asegurarme el trabajo honrado que nunca tuve en mi país, más allá de ser un bloJer que documenta la vida de su indefensa hermana menor.
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Video homenaje a Saúl el saltamontes, un preso de nuestra libertad. La notable letra es de Andrés Calamaro pero la voz de Fabiana Cantilo es deliciosa.

 
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