lunes, octubre 27, 2008

Ficciones

"Yo no quiero que tú manejes porque tú te vas a chocar"
(Luciana, ¡¡eso es conocerme caracho!!, tener conciencia de que estoy negado para el automovilismo)


Dejamos la acción antes de subirnos al auto. Estábamos sentados en el asiento trasero del carro. Íbamos a acompañar a papá a guardar el carro. Luciana no quería que yo maneje porque un día por el Parque de las Leyendas yo prácticamente hice saltar el carro en un rompe muelle y Luciana, que iba atrás, por la inercia quedó de cabeza donde se supone que van los pies. Desde ese día tiene miedo que yo maneje porque me voy a chocar, Ella lo sabe y yo no le quiero creer.

Yo he tenido miedo de manejar. Cuando robaron mi bicicleta me quede traumado por un tiempo, no quería ni pasar al costado de alguna por miedo, por los recuerdos. Y cuando empecé a agarrar el carro fui continuamente “bautizado”. Con “bautizado” me refiero a los choques; y es que Lucianita no está tan lejos de la realidad cuando me expresa sus deseos de que yo no conduzca. Así, todo cuentacuentos como me perciben, mis antecedentes registran ya tres choques oficiales y a la vez ridículos, dignos de ser considerados en la sección de bloopers del programa Auto 2006 y Auto 2007, años en los que se produjeron los choques.

Una tía mía dice que cuando una persona va al volante es cuando verdaderamente podemos ver su carácter porque se dan situaciones donde si no metes la cabeza eres una persona de reacciones débiles; por el contrario, si sabes sortear las situaciones con quimba, metes la cabeza y dejas atrás a otros intrépidos conductores, eres una persona de carácter fuerte. Yo he comprobado, gracias a las noches en que el carro es mío y gracias a las críticas de los amigos que me acompañan, que puedes afrontar, en tierra, las situaciones con resolución vigorosa o no, pero cuando estas aprendiendo a manejar somos nuevamente niños, tenemos miedo, respetamos hasta a los ticos y permanecemos con las manos al volante cuando un policía nos detiene.

Luciana también ha tenido miedo de manejar. Cuando le compraron la bicicleta que eligió, Ella, que se hace esperar, no quiso manejarla hasta mucho tiempo después. Tenía un poco de miedo, que se fue diluyendo en el proceso de aprendizaje. Ella no tuvo esos carritos que se empujan con los pies, fue directo a la bicicleta, eso tal vez explica esos meses de demora. Recuerdo la alegría en la casa cuando Ella ya podía dar una pedaleada, iba ganando fuerza en sus piececitos y las curvas más sinuosas las pasaba sin respeto. Es por lo que normalmente pasa un infante para aprender a usar su bicicleta.

Deliberamos y esa noche no manejé, así que estuvimos un poco juguetones e iracundos. Llegamos al grifo sin novedad. Cuadramos en el quiosco donde se arreglan neumáticos porque la frontal derecha tenía unos huecos que revisar por las dudas.

Aproveché para sembrar la duda en Luciana luego de que me dijo que habíamos llegado donde el “llantero”. Le dije que no se decía “llantero” sino “llantador”. Se puso a reír y no me creyó.

Yo me eché, descansando mi vientre sobre su espalda, Ella había quedado al filo del asiento trasero que compartíamos, y le dije No puedo ver la calle así que cuéntame que estás viendo, por favor.

Me dijo que estaban mojando una llanta en agua sucia. Le informé que estaban buscándole el huequito para arreglarla, por donde salen burbujas hay que ponerle un parche, le dije, juntando las palmas de mis manos para ilustrar mi enseñanza.

El señor mecánico usó la gata para levantar el carro por un lado. A Luciana le dio miedo ver el carro en esa posición, estando nosotros adentro. Ahí estaba yo para calmarla como pude.

Dejamos el carro y salimos a la tienda del grifo. Luciana me pidió una “Glacitas” de color negro, supongo que era de chocolate. Dejé que la saque y luego yo cogí la “Glacitas” marrón que, supongo, es de Toffee. Ella la vio y reconsideró su elección, transfugó sus deseos y dijo no, yo quiero como tú. Ja ja. Ok, y sacamos la galleta que ahora quería.

Salimos lentamente del grifo con el auto intacto nuevamente. Lo guardamos en el parque Borgoño y caminamos a la casa a guardarnos nosotros en nuestros aposentos.

Al día siguiente saldríamos, ahora sí yo manejaría aun contra la voluntad de Lu. A veces creo que su voluntad es una ficción, pero ella me mantiene el corazón como el aire que resiste a los neumáticos.

lunes, octubre 20, 2008

De almuerzos de la noche ( N.N )

“Le voy a decir a mamá que no te de agua nunca más”
(La Luchi, 4 procesiones, me quedaré sin agua pero tengo mi Jampi)


Eran las nueve de la noche, había que guardar el carro, pero antes el Toyota blanco necesitaba que le llenen el tanque de petróleo, que lo "aceiten". Es sabido que una niña a los cuatro años ya debería estar durmiendo plácidamente (a sus anchas) a tan altas horas pero Luciana todavía padecía con su pequeño plato con sopa de fideos. Para Ella, como me dice, estaba "almorzando" todavia. La coartada parecía perfecta, si no terminas tu sopa, no iras a guardar el carro, tienes 10 minutos más antes que me vaya, advirtió mi padre esa noche.

Ahora voy a hacer público el "roche" de la familia ––roche que no hago mío––: Luciana, a pesar de sus cuatro marzos ya cumplidos no sabe comer sola, en ninguno de todos los almuerzos del día y de la noche.

Odio las comparaciones entre niños pero voy a hacerlas solo para informar a los lectores que no saben mucho sobre niños, o no tienen uno, o tienen uno pero no saben cómo cuernos criarlo. Hay niños y niñas, entre familiares y amigos, que, pese a tener menos edad que Luciana, ya degluten animosamente cualquier sustancia sólida o liquida que se ponga en el camino de su mirada.

NIÑOS NOTABLES (N.N)

Emy Sophia, la prima que vive en Surco, de un año menos, siempre sale a relucir en nuestra mesa cuando Luciana se niega a comer. Yo recuerdo que ya en su bautizo, meses atrás, la vi comer violentamente cada plato que le servían, ella sí disfruta comer, se relame. Incluso, su torta de bautizo, la cual también se usa para el momento de las fotos --por eso viene tan decoradita--, fue víctima de las miradas más conturbadas de Emy, que no dejaba de mirar con solemne seriedad cuando su viejo encendía la luz naranja de la cámara Smile Shooter (que me parece el peor invento del mundo) como quién dice ya dejen de joder con las fotos, denme mi torta nomás.

Ana Claudia, también es un fantasma que pulula en boca de mis padres cuando se impacientan y las comparan con el fin de que Luciana coma. Sólo he visto a AC una vez y es de las niñas obedientes que se sientan en las faldas de su madre y abren la boca, no se llenan y por eso nunca, estoy seguro, tienen un límite en su dieta. Tiene un año apenas. Su hermano Oscar Eduardo, que sufre de coprolalia, es de los niños que ya están convencidos que tienen que comer primero para luego jugar, jugar, jugar y proferir obscenidades a diestra y siniestra, arriba y abajo, al frente y detrás.

Danielita Chang, la prima que vive en el Callao, de un año más, no tiene problemas con su comida. Ella, a sus cinco, ya come sola. Luciana me ha contado, sin envidia, como tiene que ser, que DCh almuerza con su joven abuelita y no tienen problemas ni con el pollo, ni con la carne, ni con la sopa, ni con nada. La hermana de Daniela, Alessandra, de un año, a la que llamamos con mucho cariño "Bebé Alessandra", le sucede igual y no hay quejas en esa mesa. Las únicas quejas tendrían que ser para Alex, el ex-presidente regional del Callao, por no saber terminar la vía expresa y, lo peor, haber cobrado por ello.

María Fernandina, víctima de un post anterior, también come con facilidad su comida. Ella le ha puesto un vocativo muy gracioso: Pío. Creo que eso puede ayudar mucho. Entonces, ella, a la mesa, se sienta para comer su "pío" y para hacer sus tareas.

Steyci, de siete; Alexander, de dos; Marcos, de cuatro, primo de Stey y Alex; viven al frente de nuestro departamento–vivimos en una quinta llamada, muy cristianamente, Quinta Jesús– y en ellos encuentro de todo. Alexander sí es un comelón, no tengo que verlo ni preguntar a Luciana por eso, baste con ver su barriga, su manera de rodar y no caminar y sus antecedentes: fue retratado en El Peruano para un artículo de nutrición. Marcos, desobediente extremo, ha encontrado en la casa de sus primos una cierta tranquilidad que en su primer hogar le hubiera sido difícil hallar porque su madre lleva una vida algo desordenada y trabaja todo el día para mandarle dinero. Come pero se demora. Steyci, sí es más difícil, baste con escuchar los gritos que llegan desde su ventana luego del mediodía.


No voy a inflar el pecho porque Luciana no sigue alguno de los buenos ejemplos alimenticios de las niñas mencionadas arriba. No me voy a avergonzar (y no me voy a preocupar) de que Ella, cuando va a otra casa y no quiere una comida, me mire y me diga que no quiere comer esa carne fea, con la mirada o con voz baja; además, es tímida y no hace muy efusivos sus pedidos. Me gusta que Ella sepa que tiene derechos de inanición, tanto que parece entregarse a huelgas de hambre como el morenaje de Gandhi, de quien no sospecha ni de oídas. No va a odiar la carne para toda la vida., de eso estoy seguro. Tampoco pasará lo mismo con el pollo a la brasa, el pescado, la mayonesa, el bistec y todas los suculentas alimentos que nos llenan de felicidad. ¿Y cuando se animará a comer y comer bien? Poco a poco. Qué es eso de meterle la comida como sea si NO quiere.

Tampoco me gusta que se llene de golosinas el estómago, que es la comida preferida de cualquier infante. Otros me pueden decir no, el niño aun no tiene libertad de decisión tan chiquito. Tal vez, pero a cambio de darle de comer en contra de su voluntad se presentan escenas que hacen que Lu, o cualquiera, asocie el momento de la comida con el momento en que va tener que llorar necesariamente y eso a mí me parte.

Todo esto queda siempre en las divagaciones porque mi madre es la que le da de comer (yo pocas veces estoy dispuesto o me daría flojera darle siempre) y mi posición es poco aceptada en la casa. De todas maneras siempre procuro plantarle el bicho des-encadenador y molestoso de la autonomía.


Esta canción se la dedicaría un ofendido "pollo a la brasa", flotando sobre el carbón, a mi hermana Luciana. “Voy a pedirte que no me nombres”, diría orgulloso. Luchi, te prometo que lo odiarás por un rato ¿ya?



Árbol sonrisa: Yo puedo dar fe que hacer sonreir a un nene hace sentir a uno formidable y a la vez deleznable. Lo primero por ellos, lo segundo para uno mismo. Porque al hacer reir a un niño que, por su nobleza y falta de máculas, es mejor que tú te das cuenta del tiempo que pierdes molestándote por lo cotidiano de la vida (polítiqueros, caídas de mercado, el cobrador al que le gritas, espectáculo bloguero, reconocimiento sonso, etc). Empieza cliqueando en aquel arbolito de los Amancaes donde puedes escribir tu nombre y el de un feliz niño.
Navidad en El Rímac

Yo no: Como hay que contar toda la verdad, mi lado oscuro se regocija escribiendo cuentos sambenitos en este otro bloJ... http://nochesvirgenes.blogspot.com/ .
Hace unos días llegamos a las 1000 visitas y, si ese número significa algo, pues, estamos felices.

Queja: Nadie apareció, la empresa privada no se hizo presente y hasta estas horas de la madrugada parece que no iré al concierto. Al menos conseguiré como pueda un polo con el rostro cincuentón de Andrés.

lunes, octubre 13, 2008

La dictadora sentimentalona



El hi5 fue, antes de este bloj, mi desahogo literario. Escribía varios testimonios o comentaba fotos como un energúmeno. Supongo que lo tomé como un entrenamiento. Uno de los "testis" que me salieron más guapos se lo escribí a "la hermanita Romina" el último abril que cumplió veinte. Así que voy a piratearme por esta semana de parciales --no hay tiempo para escribir-- y dejo para ustedes, queridos projimos, la carta que le mandé a Ró.
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Veinte, de todas maneras, lo veo lejos.

"Cuando yo duermo estoy inconsciente, sedada y hasta diria que drogadisima... no tengo la culpa de no despertarme y no hago mis tareas por su grandisima culpa!!", dices con una conchudez que solo te da el cielo que te ilumina a menudo... ummm... eso mismo te ha pasado hace minutos cuando quisimos hacer el brindis, tradicional de cada onomastico de algun miembro del hogar, pero tu permaneciste en los brazos de Morfeo, irritada x tantos trabajos a lo largo del dia, que te queda corto. Ni cuando te dije que te iba a dar tu regalo te despertaste. Mi api se tomo tu vino semiseco, como le gusta a mi tio, macerado en barriles de cedro en los viñedos de borgoña… no en el parke borgoño ah (1)… tu café se esta enfriando y tu ni caso, lo has preparado para abandonarlo al instante. Mami dice eso, que lo preparas y nunca lo tomas… esto se lo digo a Luciana pero también calza en ti: eres una bandida. Claro, pero si fuera Moka no demorarías en evaporarlo.

Y, hablando de vapor, cuando eramos niños –esto es relativo xq a Luciana siempre le digo que tu naciste ya mayor, que yo si naci niño como ella– te molestaba con que el 22 de abril también era el dia de la tierra y hacia bromas estúpidas de tu forma corporal, q ahora yo envidio xq tu bajas y yo subo, algunos lompas ya no me cierran. Ademas que, como siempre te digo, también quisiera tener tus brazos poderosos y tus piernas de basquetbolista pero es mucho pedir. Pero ahora esta fecha es una fecha que muchos rescataran x la importancia del cambio climatico, el calentamiento global, la caída de alan en las encuestas de la pucp y esas cosas que te gustan a ti –hasta google a cambiado su imagen por hoy–. Eso me pone a pensar en nuestra antigüedad y en que las cosas cambian rápido y algunos nos quedamos relegados como dice Zegarra (2), o en que este movimiento del espíritu ya estaba previsto por la fenomenología, diría Levy (3). Siempre tu recomendándome los profesores de forma acertada y con los que debo jalar, pero ya no mas.

Eres una renegona indesmayable pero eres La Hermanita –a Luciana siempre le digo que ella es La Hermanota– que siempre me pone en vereda cuando me descarrilo del camino indicado, el camino señalado por tu sabiduría cosmológica y aieseca (4)… lo demás ya es culpa de mi indecisión –hoy la psicóloga me dijo que necesito ayuda y me dijo Literatura, estamos todos locos??– o que siempre se molesta cuando llego pasado de copas y duermo sin reparos en el baño de pie, como los gallos, aunque no lo crean, o cuando no hago cosas adecuadas al costado del mueble o cuando no me dejas dormir en tu cama. No tienes compasión de que estoy mareadaso y no me haces un lugarcito en tu bed, mala. Lo que siempre te quedo debiendo es el regalo, si, soy un hermano desagradecido y respondon. Esperemos que este año 2008, año de las cumbres, sea la excepción.


Está canción "Romi fue una nena de papá", del disco Rodolfo de Fito, suena muy bien.





(1): un parque que queda cerca a la casa donde tenemos algunos amigos.
(2 y 3): Levy y Zegarra son dos profesores que Romina me recomendó para llevar Filosofía y Teología. Sólo jalé con el primero.
(4): A.I.E.S.E.C es una organización de jóvenes pro-activos al que ella pertenece. Los pertenecientes a esta se les denomina aiesecos.

(Tildes omitidas para darle un aire hi5ariano a esta entrada.)

lunes, octubre 06, 2008

Has lo que yo quiera porque tú quieres

"El que lo ve primero le dice al otro ¿ya?"
(La camarada Luciana, en su cuarta primavera)


Habíamos celebrado serenamente las fiestas del Perú, 28 de julio, lejos del bullicio de la Gran Parada Militar acostumbrada de cada año. Estuvimos, con mi familia, en la casa de mis hidropónicas primas intentando planear negocios, jugando al Wii, escribiendo los nombres de los narices-rojas en la pizarra (1), usando laptops cual Internet de la esquina de tu barrio, comiendo rico, yendo a comprar montado en el skate amarillo de tiburón, que esta vez dejé a Luciana conducir a su voluntad ––se tropezó dos veces, abismal diferencia de las quinientas caídas que marcaba cuando yo la empujaba con mi pie –– y arriando con un pie, su pie.

De vuelta a casa, mi padre le recriminó en el carro:

–Luciana, te voy a decir una cosa… escúchame pues… ¿Por qué no te quisiste despedir de tus tíos cuando nos fuimos? Eres muy malcriada.


El sustantivo “malacrianza” y sus derivados multiformes siempre me llaman la atención cuando son pronunciados, tanto a un niño como a un señor que mea en la calle (comparación hecha a partir de los años que desciende un señor que mea en la calle hasta llegar a equilibrarse a un infante de sucios pañales que micciona donde sea que le parezca). Esa noche, Lu no se despedía de mis tíos hasta que yo la cargué, con la excusa de irnos, pero le mentí y fui donde los tíos a despedirlos uno por uno junto a Ella.


Al día siguiente, estuve caminando por Miraflores para completar los papeles del viaje de verano a Florida por motivos laborales y, cuando el tiempo conceda, aventureros. Volví en la tarde a mi casa, miré el reloj, calculé rápido y supe que el tiempo me concedía unas horas para ir a vender mi libro del Británico en jirón Cuzco antes de que den las siete, hora en que debía partir a la FIL; que por esos días esperaba a todos los “amigos de la lectura”, entre los que no me incluyo porque no compré nada, en el Jockey Plaza.


Para los que no se han enterado y necesitan unos soles más para alguna tropelía juvenil, en tal mencionado jirón compran al regateo tus libros usados de cualquier centro de idiomas. Es como un premio por tragarte la flojera y pasar uno tras otro los seis niveles que soporta el libro. Si quieres ganar unos soles extra, haz como yo: forras el libro con Vinifan ––eso se lo debo a mi amiga Lucre Aquino –– y borras, con ese pedazo de borrador que encontraste en una cartuchera ––eso se lo agradezco a Lu ––, todas las marcas de carbón que tu lápiz haya dejado ––si usaste lapicero ya fuiste –– y se lo llevas al señor Eduardo en el stand 185, segundo piso, de la galería ubicada al costado del Icpna del re mencionado jirón.


Entonces, el pleito se originó por el borrador. Y aquí me pongo violento. Luciana no tiene paciencia con los demás. Pide las cosas en forma de mandato y pocas veces usa el “por favor” ––o los graciosos “porfis” o “porfavorcito”; el anglicano “plis” también me gusta oírlo ––. Si un deseo suyo no es cumplido, inmediatamente lo empieza a pedir con más insistencia y más, y más, y más. Luego llora. Tenía que borrar casi cien páginas ––porque en el Británico no usamos todo el libro, los profes son flojos y los alumnos más –– y no tenía mucho tiempo. Luciana se cerró con su borrador, me lo pedía como una loca y, cuando se lo di para pedírselo bien, ya no me lo quiso devolver. Primero porque no le gustaba que lo haya sacado de su cartuchera y segundo porque ¡no! ¡no! ¡no! ––que suele ser su más famosa explicación ––.


¡Luciana, eres una malcriada!, le dije. Otra vez esa palabra. Una punzada se filtró en mi cuello, al nivel de las cuerdas vocales; animales pegajosos me subían por las piernas de lo contrariado que me sentía al decirle eso.


Claro, si un niño es malcriado es porque fue “mal-criado”, no hay mayor brillantez en descubrir eso, solo hay que separar la palabra. Ha sido consentida desde la primera cosa que pidió, que yo supongo fue pedir teta. Ha sido maleducada desde la primera vez que alzó la voz para reclamar algún abuso contra Ella o sus pertenencias y fue obedecida raudamente por uno de los que vive en mi casa (tal vez fui yo). Se le ha dado mucho placer y siempre se le ha evitado el dolor.


No pido que las mamás les demoren la teta a sus hijos o que no le cumplan los pedidos porque eso es ser muy represivo, a veces cruel. Si desde un comienzo no se acostumbró al niño a saber esperar o a saber reclamar de un modo adecuado ––como generalmente pasa, pues los padres aprenden en la marcha, pero lo hecho sí se puede cambiar –– pues la cosa empieza fregada. Lo que no necesariamente avizora que la cosa vaya a terminar igual de fregada. Hay que saber reconocer el momento indicado para hacer coincidir las demandas de los dos bandos (padres e hijos) en la sola acción del nene. Que a veces será lo que le cause dolor y llanto incontenible; y otras veces, darle placer entero en lo que hace, o al revés.


Siempre me va parecer una peculiar contradicción este asunto, pero creo que también es reversible. Las personas podemos cambiar y los niños con mayor facilidad aun. Todavía más fácil cuando los padres cimientan bien sus enseñanzas. Es poco complicado reeducar a un niño, creo yo, pero cada quien debe encontrar su forma de hacerlo.


No creo que esté en condiciones para dar recetas, no las entendería nadie. No me gusta usar el tono mesiánico de los estadounidenses. Además, mi inseguridad no me permite hacerlo. Pero es sabido que con buenas dosis de humor cualquier niño del mundo te escuchará y, tal vez, respetará. Si yo viviera solo con Luciana, creo que Ella sería más obediente pero como vivimos varios más en casa y no todos la consentimos en el mismo modo, pues, Luciana termina aprendiendo una mezcla de todos.

Pude borrar las manchas de mi libro e ir a jirón Cuzco a luchar por un precio razonable que me dejó contento.

Por la noche, asistí a la FIL para la presentación del libro de un bloguer famoso del Perú. Estuvo repleto y solo colándome pude entrar al pequeño salón Arguedas. Maleducado soy, y no me compadezcas.


(1): Este video retrata brillantemente lo que pasa en mi casa cuando jugamos Lu y yo. Lo veo y no termino de reír. Ja ja Ja. A Luciana le gusta ver Pataclaún, pero nada más cuando está Monchi --y eso que ella no la conoció en su mejor etapa de "Vacunate ya!"--; cuando quedan en escena Wendy y Tony (min 5:28) ya no entiende nada.


 
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