lunes, diciembre 08, 2008

La buena voluntad

“Ah, de seguro no vieron el tacho de basura”

(Luciana, que aun no conoce la inmundicia humana. Frase dicha frente a una envoltura de tortees abandonada en la calle)


Alguien llora. Ahora se ríe. Vuelve a llorar. ¿Será Luciana? Imposible, nunca me despierto tan temprano como para verla antes de partir al cole. Parece que está llorando un hombrecito. Un pedazo de hombrecito, un retaco, un enano.

Luego de cavilar esas cosas en mis sueños, abrí los ojos. Sin completar el bostezo natural de cada mañana, cual rinoceronte abriendo el hocico, pregunté / grité

-¿Quién llooora?
-No, no es Luciana - se apresura a decir mi madre-.

Menos mal, pensé para mis adentros, que ya se iban despertando. Miam miam, hacía con mis labios.

Ese día estuve leyendo desde las 9 am hasta las 12 m, o sea toda la mañana que me fue posible respirar despierto. Alex, el gordo bebé-vecino, se quedó en mi casa porque Marita, su mami, tenía que terminar unas diligencias en el CC Gamarra. Leía una novela en la mesa de la sala. Alex y mi mamá estaban en mi cuarto viendo tele, sólo ella, y jugando, sólo él. El enano todavía no habla bien y sigue en su fase de
tata tata gugu mamaaaa. Creo que lo inducen a eso sin darse cuenta. No sé. A veces veo que lo tratan como taradito, como me trataban a mí de crío. ¡Claro! ¡cómo no lo ví! El pecado original es ese: vendrás al mundo a ser tratado como un demente cuanto no quieras y no os darás mucha cuenta. El pecado original somos nosotros los “adultos” (categoría que Luciana me imputa). Y no se quita con ningún sacramento o bauticito bien organizado, ni con padrinos híper-católicos, que suelen ser los más caóticos. En mi caso tuve padrinos que nunca lo fueron, o lo fueron desde otro continente y sólo en Navidad cada dos años cuando venían, pero no les guardo rencor porque gracias a aquella madrina, que mandaba cartas seguidamente a la casa, siento que di el primer paso (imperceptible) para izarme como el escribidorsuelo que ahora soy. Ahora sigo su ejemplo: mando cartas que vuelan con mi cariño impreso. Es la fractura necesaria para escribir. Por lo que le guardo un extraño buen recuerdo.


Decía que Alex se pasó la mañana en mi casa. Hacía bulla, mucha bulla. No me podía concentrar pero se necesita más para que yo pierda los estribos. Y difícil que suceda con ese bebé-vecino. Pero, déjame leer ¡hostias! Mamá por qué eres tan buena. Si yo fuera tú, no albergaría chamacos en mi casa ni por un minuto. Cerraría las cortinas y apagaría la luz, me escondería cínicamente, si alguna madre-vecina me viniera a pedir que cuide a sus retoños.

Sobre las doce llegó Marita y se puso a "lorear" con mi madre. Cuando terminé de ducharme me preguntó si quería recoger a Luciana del cole. Le dije que sí automáticamente, debe ser una de las cosas que hago sin meditar,
a priori: recogerla del colegio. Tal vez meditaría si su colegio quedara lejísimos pero está a un paso, al frente de mi casa. Celebro eso ya que nos ahorramos usar la movilidad escolar, de la que tengo mis reparos. De paso, aprovecharía en comprar un cuaderno nuevo y un Axe en Jesus María. Tal vez Luciana se animaba y me acompañaba.

[…[

–Toma, toma y toma - me decía Luciana mientras me ponía su lonchera en la mano, su casaca en la otra mano y su cuaderno de control entre mis rodillas.

Luego camino a la salida, me acomodé las cosas y la seguí. En la puerta, le pedí la mano para que cruzara conmigo. ¡Bah! agarrándole la mano y conversando es la manera en que hago las cosas para que no me pida que le compre dulces. Algunas veces me ha resultado y esta vez no fue así. ¡
Compra, compra!, y me jaló hacía el golosinero.

–Vamos a la tienda – le dije y Ella opuso resistencia –.
–No, acá nomás compra – un argumento lógico –.
–Vamos a la tienda – insistí –.

Acepto que cometí un error. Debí decirle
vamos a la tienda porque quiero comprar mi cuaderno y de paso te compro algo. Debí hablarle completo. Me he terminado por parecer mucho a mi padre. Él siempre me llamaba así:

-Hijo, ven.
-¿Para queeé?
-Ven.

Terminaba por ir molesto o por no ir. Generalmente era para pasarme una pierna de pollo que él me guardaba de buena voluntad. Siempre ha sido muy desprendido y nos ha repetido
yo por ustedes, hijos, dejaría de comer. Yo le creo.

Las contadas veces que Luana me ha hecho pataletas a las afueras del Cole yo he optado por no hacerle caso (admito que alguna vez la cargué cuando no quiso cruzar la pista). Ya le he explicado que a veces no tengo dinero y no le compro nada; que a veces sí tengo dinero y le compro algo. Ese es el imperativo con el que, mal que bien, Luciana sabe controlar sus pedidos excesivos. De hecho que le jode que no le compre nada. En esta oportunidad se enojó porque la quise llevar hasta la tienda para facilitarle una golosina -que a mamá no le gusta que le compre antes del almuerzo porque se llena y no come- sin decirle nada. Sin retroceder en su orgullo de bebé me dijo ¡no, ya vamos a la casa!

Le abrí la reja, le devolví sus cosas y la vi entrar sola. Yo fui solo a Jesús María para comprar un cuaderno y un Axe Chocolate. La vida transcurría normal, acompasada, previsible en mi caminata por esa zona comercial. De pronto, tres guirnaldos jovencitos de trajes azuletes obstaculizaron mi aburrido camino. Me chantajearon.

–Amigo, ¿nos colaboras? – y eleva el cilindro de las limosnas –.
– ¿Qué es eso? – indagué –.
–Es para que colabores. Vas ayudar a 2 millones de niños.
– ¿Tú crees? – e hice el ademán de sacar monedas –.

No acostumbro colaborar con esas causas. En los micros pocas veces soy solidario con las peticiones que hacen esas personas, no soy de conmoverme (lo que tal vez me preocupa). Debo admitir que el "espectáculo" que brindan a ido mejorando últimamente –ha de ser por la competencia y el libre mercado– pero desconfío del paradero que vayan a tener mis fondos.

– ¡Lo que vale es la intención! –pontificó el primer niño mientras su amigo despegaba un estiquer de una plancha de pega-pegas rojos. Esos clásicos estiqueres de “Yo ya colaboré” –.
– Ja ja – la buena intención. "Lo único bueno sin restricción es la buena voluntad", recordé mis clases de Ética–. No, no quiero, gracias –le dije al segundo niño: no necesitaba ese premio en forma de estiquer, no necesito ningún premio–.
–Uuuy tiene miedo –dijo el tercer niño cuando ya nos alejábamos. No entendí eso. Pero luego de escucharlo sí le tuve miedo–.

¿Quién tiene buena intención? Yo, que pienso colaborarte no sé porqué, o tú, que dejas tus clases bajo pretexto de hacer la colecta –yo también he sido alumno–. Es evidente que ninguno, papay.

Apuré el paso. Crucé la avenida Brasil, dos cuadras más y ya estaba en la calle donde vivo. Observé a lo lejos que el golosinero estaba cerrando sus cajas de chicle, caramelo, galletitas, etc. Me acerqué y le pedí
algo de cincuenta céntimos (que fue lo que me sobraba luego de gastar en mis utensilios de aseo personal). Sólo me alcanzó para un Pokeké. Entré y busqué a Luciana para regalarle el chocolate pero escapó, aún resentida, hacia su cama y desapareció bajo su arrugada colcha amarilla.

Dejé el
pokeké sobre la biblioteca para que mi madre se lo diera cuando acabase la comida y me fui […[ Hasta hoy, el pokeké sigue ahi, en lo alto, donde Ella no puede llegar, como un trofeo que no se marchitará, una meta que debe buscar y no alcanzará; esa es la buena voluntad, una flor imperecedera, que, yo creo, los nenes no van a poseer, salvo cuando Luciana me sorprende con sus abrazos furibundos que los siento en menor cantidad a medida que va creciendo.

VIDEO: Chicle, cigarrillo, caramelo, compre cacerito por favor, de Miki G. Recuerdo a mi madre tararear esta canción cuando yo aun ni tenia uso de razón.


3 comentarios:

  1. puchaaa los pokekés son WENASOOOOOOOOOOOOOS

    aún recuerdo cuando subian a venderlos en el micro 2x1

    babaaaaaaaaaaaaaaaa

    ya se me antojó

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  2. estimada lucia azabache de cristal, me has hecho notar que las golosinas que le compro a Luciana no las pruebo antes yo. Ahora le robaré bocados grandes. gracias, un abrazo

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  3. sip no la conoce
    ojala q ella siempre vea el tacho ;)

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"vete de aqui, vete de aqui" (Lu dixit)

 
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