martes, agosto 11, 2009

Auster: oscuridad, memoria y soledad


Texto en espejo.

Si la voz de una mujer narrando cuentos tiene el poder de traer niños al mundo [refiriéndose a Las Mil y Una Noches], también es cierto que un niño tiene el poder de dar vida a sus propios cuentos. Dicen que si el hombre no pudiera soñar por las noches se volvería loco; del mismo modo, si a un niño no se le permite entrar en el mundo de lo imaginario, nunca llegará a asumir la realidad. La necesidad de relatos de un niño es tan fundamental como su necesidad de comida y se manifiesta del mismo modo que el hambre.

–¡Cuéntame un cuento! – dice el niño –. ¡Cuéntame un cuento, cuéntame un cuento, papi, por favor!

Entonces el padre se sienta y le narra un cuento a su hijo. O se echa en la cama junto a él, en la cama del niño, y comienza a hablar, como si en el mundo no quedara nada más que su voz contándole una historia a su hijo en la oscuridad. A menudo es un cuento de hadas, o de aventuras; pero a veces no es más que un simple salto en el mundo imaginario.

–Había una vez un niño pequeño llamado Daniel – le dice A. a su hijo Daniel.

Estas historias en que el mismo niño es el protagonista son quizá las que más le gustan. A. advierte que, en forma similar, cuando él se sienta en su habitación a escribir el Libro de la Memoria, cuenta su propia historia hablando de sí mismo como si fuera otro. Para encontrarse, primero necesita ausentarse, y por eso dice A. cuando en realidad quisiera decir “Yo”, pues la historia del recuerdo es la historia de lo que se ha visto. La voz, por lo tanto, continúa. E incluso cuando el niño ha cerrado los ojos para dormir, la voz de su padre sigue hablando en la oscuridad.

(Paul Auster en La Invención de la Soledad, página 218)

Lo único por decir: Los extractos de arriba y de abajo los saque del libro “La Invención…”, del neoyorquino Paul Auster. Exactamente de la segunda parte que se llama “El Libro de la Memoria”. Los publico para que queden grabados (que es una forma de problematizar la memoria) ya que encierra reflexiones esclarecedoras de la relación “padre – hijo – padre”. Es también mi manera de recomendarlo. Además que tiene una interpretación espectacular sobre Pinocho, aquel niño madera que salvo a su padre y alcanzó ser un niño real. Desde el oscuro vientre de una ballena.

Posible epígrafe al Libro de la Memoria.

“ Sin duda es en el niño donde encontramos los primeros indicios de la actividad creativa. La ocupación preferida y más cautivante del niño es el juego. Tal vez podríamos decir que todo niño que juega es como un escritor imaginativo porque crea un mundo propio o, más exactamente, reordena las cosas de este mundo de una forma novedosa… Sería incorrecto suponer que no toma ese mundo con seriedad; por el contrario, toma el juego con mucha seriedad y pone mucho sentimiento en él ” (Freud)

“ No puede olvidarse que la importancia concedida a los recuerdos de la niñez del escritor, que tal vez parezcan muy extraños, se deriva al fin y al cabo de la hipótesis de que la imaginación creativa, al igual que las fantasías, es una continuación y un sustituto del juego de la infancia ” (Freud)

(citado por Auster en La invención de la Soledad, pagina 233)

La edición es de Anagrama, 1994.

 
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